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03
Abril
2023
Soledad y recursos psicosociales en personas mayores indígenas y afrodescendientes en zonas rurales de Chile

Antecedentes

La soledad se define como un problema de salud pública, dada su alta prevalencia y estrecha relación con la calidad de vida. Una estimación reciente sugiere que un tercio de la población de los países industrializados experimenta la soledad, con 1 de cada 12 personas reportando niveles problemáticos. La soledad se puede definir como una discrepancia entre la cualidad o cantidad de relaciones sociales deseadas y existentes. Por lo tanto, se trata de una experiencia subjetiva y negativa, producto de déficits en las redes sociales: las personas experimentan insatisfacción con sus relaciones sociales porque tienen menos vínculos de los que desearían, o porque sus vínculos existentes no ofrecen la intimidad, el afecto y el valor esperados. Todas las personas experimentan una soledad transitoria, pero la soledad crónica o grave amenaza la salud y el bienestar.

La soledad es un problema que se puede experimentar en cualquier etapa de la vida. Sin embargo, las personas mayores son un grupo más vulnerable debido a varios factores, incluyendo la disminución de las redes sociales, la presencia de problemas médicos, las limitaciones que afectan la funcionalidad, los cambios de posición o estatus social y la pérdida de familiares y/o amigos. En los últimos dos años se ha desarrollado un consenso científico con respecto a los efectos negativos de la pandemia de COVID-19 en términos de una mayor soledad y aislamiento social en las personas mayores.

Diversos estudios confirman que las minorías étnicas indígenas tienen experiencias de vida más difíciles, determinadas por brechas de desigualdad en la salud, la educación y las condiciones de trabajo, además del racismo, la migración forzada, la expropiación y alejamiento de tierras ancestrales, entre otras experiencias. Por lo tanto, no es sorprendente que las personas mayores indígenas experimentan la vejez con mayores desventajas sociales, pudiendo experimentar mayores niveles de soledad o una sensación de pérdida de integración social. Sin embargo, uno de los factores determinantes más fuertes de la soledad en las personas mayores indígenas es el cambio en la estructura del hogar, teniendo en cuenta que el sistema organizado en torno a la familia extendida y el cuidado intergeneracional está cambiando, y que cada vez hay más hogares unipersonales y parejas mayores viviendo solas. También se han observado mayores niveles de institucionalización entre las personas mayores indígenas. No obstante, el entorno físico puede actuar como un amortiguador contra la soledad, es decir, la oportunidad de envejecer en el territorio ancestral y, por lo tanto, de mantener las formas tradicionales de organización económica, social y familiar.

Partiendo de la premisa de que las personas mayores indígenas y afrodescendientes son altamente resilientes y ponen mayor énfasis en sus vínculos familiares, se propone que la resiliencia y el funcionamiento familiar median la relación entre la soledad y los problemas de salud física, específicamente las enfermedades crónicas diagnosticadas. También se plantea la hipótesis de que el funcionamiento familiar y la resiliencia tienen una relación directa y negativa con la soledad (imagen 1).

Imagen 1. Modelo hipotético

Características de las y los participantes

En este estudio se analizó la soledad en personas mayores indígenas y afrodescendientes desde el extremo norte de Chile (frontera con Perú y Bolivia) hasta el extremo sur (Magallanes y la Antártica chilena), incluyendo Rapa Nui; la edad mínima de las y los participantes se fijó en 60 años. De la muestra completa, el 57% son mujeres, el 49% tienen entre 60 y 69 años, el 20% viven solos, el 53% están casados o tienen pareja (con quien conviven), y el 48% completaron la educación secundaria y/o técnica. La muestra multiétnica se distribuyó de la siguiente manera: 203 personas pertenecientes al pueblo Quechua, 214 atacameños, 215 collas, 100 changos, 255 diaguitas, 130 rapa nui, 116 huilliches, 10 kawésqar y 105 personas afrodescendientes.

Discusión

Los hallazgos confirman que la soledad en personas mayores está indirectamente determinada por las patologías crónicas diagnosticadas y está directamente determinada por sus niveles de resiliencia y la percepción de un entorno familiar funcional. Estudios previos han confirmado que la resiliencia permite envejecer con éxito, afrontando positivamente los desafíos y cambios inherentes a la vejez; por lo tanto, actúa como un amortiguador contra la soledad. Esto también se observa en personas mayores que cuentan con un entorno familiar funcional que puede satisfacer adecuadamente sus necesidades emocionales y físicas.

En este estudio se halló que los problemas de salud se relacionan indirectamente con la soledad, confirmando las características particulares del envejecimiento exitoso entre las minorías étnicas de Chile. Se detectó una alta prevalencia de soledad en la muestra multiétnica para la mayoría de los pueblos analizados, siendo igual o superior al 55%, excepto en el caso de las personas mayores Rapa Nui y Diaguitas (solo el 9% y 14% de las personas entrevistadas reportaron síntomas de soledad, respectivamente).

Este estudio respalda la hipótesis del impacto que tuvo la pandemia de COVID-19 en la soledad de las personas mayores: sus relaciones sociales se vieron modificadas por las diversas restricciones sociales que se impusieron a la población en general, y con una severidad particular en las personas mayores. Debido a esto, las personas mayores experimentaran cambios abruptos en sus estilos de vida, afectando sus relaciones sociales y comunitarias y provocando un mayor riesgo de aislamiento social.

Aunque la soledad en la vejez parece ser un problema transcultural, sin duda puede estar determinada por factores culturales que dan mayor o menor énfasis en las relaciones familiares o de parentesco. En Chile, la familia aún juega un papel central en el bienestar de las personas mayores indígenas y no indígenas. Los cambios que están experimentando las comunidades indígenas en su organización social, familiar y reproductiva como resultado de la migración de la población más joven o trabajadora, particularmente en las zonas rurales que albergan territorios ancestrales, ha provocado una rápida despoblación y envejecimiento en estos territorios. En este estudio se observó que muchas personas mayores viven en hogares unipersonales; existe una tendencia a la reducción de las estructuras familiares extendidas donde conviven varias generaciones. Los cambios en el sistema de organización familiar, debido a las diferentes estructuras del hogar, ponen en peligro el sistema tradicional de cuidado, además de la transmisión intergeneracional de conocimientos y tradiciones indígenas.

Como se propone en este estudio, la familia juega un papel central en el bienestar de las personas mayores en Chile. Por lo tanto, el funcionamiento familiar también está directamente ligado con la soledad y es un factor que interviene en los problemas de salud. La funcionalidad familiar está asociada a la capacidad del entorno familiar para dar una respuesta flexible, dinámica y pertinente a las necesidades físicas, entre ellas la movilidad reducida, el riesgo de caídas y la necesidad de atención especializada, y a las necesidades emocionales, como ser escuchado, valorado, respetado y amado. 

Conclusiones

En general, la soledad es un problema que afecta a diferentes grupos vulnerables, pero existe una mayor prevalencia cuando se cruza la interseccionalidad de la etnicidad, la ruralidad y el envejecimiento. En este estudio encontramos que las variables psicosociales que están directa e indirectamente relacionadas con la soledad son la resiliencia, el funcionamiento familiar y los problemas de salud. La resiliencia de las personas mayores y el funcionamiento familiar son factores que pueden ser intervenidos en etapas más tempranas de la vida, e incluso durante la vejez; son por lo tanto variables psicosociales que pueden ser abordadas en las políticas sociales. Por consiguiente, las intervenciones gerontológicas dirigidas a reducir la soledad deben incluir estrategias para reforzar la capacidad de afrontamiento y ajuste (la resiliencia) de las personas cuando se enfrentan a circunstancias estresantes, así como centrarse en el apoyo social que la familia puede ofrecerles a las personas mayores (la funcionalidad familiar). Las relaciones sociales íntimas y cercanas han sufrido cambios a raíz de la pandemia, afectando negativamente el bienestar emocional en la vejez; es por ello que este estudio ha arrojado datos tan alarmantemente negativos en cuanto a los síntomas de la soledad.

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